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        LAS LINEAS DE JUAN CARLOS PESCE (LV 2820)
                                                  
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Merlo 1963
Por Juan Carlos Pesce (LV 2820) 

Hacía poco que, después de haberme recibido de Perito Mercantil, gracias al empeño y las gestiones de mi padre, había ingresado a trabajar en la Dirección General Impositiva (actualmente dentro de la órbita de la AFIP) y gastaba la primera plata ganada por mi mismo. Entre las varias cosas que me fui comprando con mi sueldo de todos los meses estuvo el Veco .35 y la cámara de fotos “Beirette” (fabricada en Alemania del este).

 

En esa época los socios del C. A. Ciudadela solíamos ir a practicar nuestra actividad a Merlo, localidad cercana a Buenos Aires (ubicada hacia el Oeste de la misma) en la cual se encontraba localizado en aquel entonces el Club de Planeadores Albatros (que posteriormente pasó a San Andrés de Giles, más alejado de Buenos Aires), y hacia allí partimos un grupo aquella mañana de 1963, en el grupo estaban: “el flaco” Gamper, “el loco” Saporito, los protagonistas de esta anécdota, yo llevaba mi “Tomahawk” con el Veco y mi cámara fotográfica, ahora sospecho que estaba germinando en mi, sin yo saberlo, mi afición por lo que podríamos denominar: “periodismo aeromodelístico”.

 

Por su parte “el flaco” llevaba su flamante “Ares” azul refulgente, un modelo campeón en EE.UU. cuyo kit había comprado con algún esfuerzo y había construido con más esfuerzo todavía ya que, como todos saben, este diseño de Bill Werwage tiene el ala tipo “I-Beam”, lo que en lenguaje liso y llano significa: “un montón de palitos”.

 

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El plano permite apreciar el sistema constructivo del ala del “Ares”, en base a un larguero del tipo “I-Beam” y numerosas costillas y semi-costillas muy delgadas. Con este diseño Bill Werwage buscaba un modelo lo más liviano posible


 

Después de viajar en el vagón-furgón del ferrocarril Sarmiento (en aquellos años con toda tranquilidad y sin la más mínima prevención, hoy día sería toda una aventura de final incierto) nos bajamos en la estación de Merlo y caminamos hasta el Albatros. Cuando, costeando por la calle lateral al club, llegamos al primer hangar, sin más trámite cruzamos el alambrado de tres hilos y nos metimos en el campo. Nunca nos molestábamos en llegar hasta la entrada y pasar por la puerta principal, y nunca nadie nos dijo nada ¡que épocas! ¿no?, se vivía de otra manera…

 

No recuerdo si alguien voló primero, lo cierto es que las expectativas estaban centradas en el “Ares”, así que “el flaco” cargó combustible y puso a punto el motor, si bien no lo tengo presente, sospecho que sería un OS o un Enya, ya que estaban a muy buen precio, dado que por aquellos años los japoneses todavía se estaban “abriendo paso” en un mercado dominado por los motores americanos e ingleses. Después le puso los cables y se preparó para volar.

 

En todo este trámite fue solícitamente ayudado por “el loco”, que observó atentamente el vuelo y al finalizar ¡¡se lo pidió prestado!!. Presumo que favores adeudados dieron por descartada una eventual negativa y así fue como “el loco” se aprestó a salir. Luego de algunas vueltas ¡lo impensado! “Me pegó un tirón y me arrancó la manija de la mano” diría después “el loco” a quien quisiera escucharlo. Lo cierto es que el modelo, libre de sus ataduras, se elevó hacia el cielo y con una gran curva se fue campo adentro …hacia la eternidad.

 

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El “flaco” Gamper afina el motor y el “loco” Saporito (de gorra) observa. Atrás, uno de los hangares del Club Albatros.
Toques finales de carburación. Los dos pibes son el barrio. Siempre se acercaba alguien cuando se escuchaba “ruido de motor”.

 

 

Hacia el punto del impacto se dirigieron los dos interesados. El resto preferimos aguardar en el lugar, el “horno no estaba para bollos” y seguramente bastantes cosas tendrían ellos para decirse entre los dos. Al rato volvieron con una “pila de escarbadientes”. No tuve el menor interés en fotografiar lo que quedaba del modelo. Más adelante en el tiempo fui constatando una natural resistencia en mi a tomar fotos de accidentes o modelos estrellados, las excepciones fueron con fines didácticos, por ej. mostrar la falla de un elemento.

 

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Una pasada del “Ares”.
Y esta es la última foto del “Ares” entero. Cuando hice el escaneo de esta imagen para cargarla en la PC, le metí zoom ya que en realidad lo que se veía a priori era apenas una pequeña manchita…


El resto de la jornada transcurrió “sin pena ni gloria”, los ánimos no eran de los mejores. Cuando, temprano, regresábamos hacia la estación del tren Alberto Bello (mi mentor inicial en el aeromodelismo) me hizo notar que yo no había hecho ningún vuelo. Pero a mi eso no me importaba, ya había “hecho el día” con lo que me llevaba en mi cámara fotográfica, y ahora sale a la luz ¡medio siglo después!