A veces (…solo a veces) la suerte está del lado de los tontos. Eso fue lo que me sucedió el día que decidí limpiar la cabeza de un Enya .45, hace ya unos cuantos años. Lo cuento porque siempre conviene aprender de las experiencias …de otros.
Todos los Enya vienen de fábrica con una terminación “a espejo”,
así se veía el mío cuando estaba “nuevito”. |
Resulta que lo tenía instalado (cabeza hacia arriba) en mi trainer de R/C, el cual volaba todos los fines de semana en el Club Pucara. El uso lo había puesto ¡hecho un asco!, especialmente la tapa de cilindro, que ya estaba cubierta con una capa de aceite seco.
Siempre había funcionado a la perfección, pero comenzó a dar algunas señales de funcionamiento irregular. El diagnostico fue que, con la capa aislante que lo cubría y que impedía la adecuada disipación del calor, la refrigeración ya no era la adecuada, fundamentalmente en la cabeza del cilindro.
Entonces resolví proceder a la “limpieza profunda” de la cabeza. Pero, como dice una famosa frase: “lo que anda bien no se toca”, y yo a ese trainer que tan bien estaba andando no le quería sacar el motor. No quería correr ni el más mínimo riesgo de que al reinstalarlo y volver a reconectar todo después de la limpieza, algo no quedara como antes y comenzara un “rompedero de cabeza” buscando el problema para volver a poner todo a punto, tal como estaba antes.
Viéndolo en retrospectiva, en realidad fue un tanto exagerado, pero en aquel momento yo lo sentía así, y no quería sacar el motor del modelo. Entonces coloqué el fuselaje montado en una estructura de madera que yo utilizaba en aquella época para hacer con comodidad el mantenimiento de los modelos R/C.
Aquí el Enya .45 instalado en el “Multitrainer” con el que practicaba R/C.
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Después enrollé ajustadamente un trapo alrededor del cilindro, dejando expuesta la cabeza. No retire la glow y taponé la entrada de aire del carburador. Coloqué un poco de soda cáustica en la cabeza del cilindro y le eché un chorro de agua caliente. Inmediatamente se formó una “espuma” sobre la cabeza y, con otro trapo, limpié la cabeza mientras enjuagaba con agua fría.
La cabeza quedó totalmente limpia ¡demasiado! y no recomiendo este método para nada. El producto utilizado le “arrancó” el acabado pulido brillante que tenía la cabeza. Como alguna vez leí que el pulido contribuía a la disipación del calor, en ese momento pensé que había “metido la pata” y en vez de arreglar, había empeorado las cosas.
En el "Promo". Se puede apreciar que la cabeza pasó de tener un color
aluminio brillante a un tono muy oscuro. Aparte reemplacé el
silenciador por un tongue muffler.
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Pero el motor volvió a funcionar sin problemas y tan satisfactoriamente como antes. Quedé tan conforme que, más tarde, cuando retorné definitivamente al U-Control lo instalé en un “Promo” donde continuó prestando excelentes servicios. Creo que tuve bastante suerte con aquella prueba y que bien pude haber hecho un desastre con ese motor. Se trató de una experiencia ¡caminando al borde del precipicio!
